
Gustav Leonhardt ha sido una figura trascendental en el devenir de la interpretación de la música barroca desde la segunda mitad del siglo XX. El gran clavecinista y organista holandés, al frente de su Leonhardt Consort, fue un pionero en la utilización de instrumentos históricos, que se atrevió junto con Nikolaus Harnoncourt –este con su habitual Concentus musicus Wien– a dar el gran paso de grabar la primera integral de las cantatas de Bach para el sello TELDEC. Incluso se enfundó una peluca en su cabeza y se plantó con sus músicos ante las cámaras para dar vida al compositor. Puede que hoy existan otras opciones discográficas preferibles, pero ello es consecuencia precisamente de la valiente labor de artistas que, como Leonhardt, se atrevieron a alejarse del convencionalismo y de las apuestas seguras y lo arriesgaron todo por una nueva y rigurosa forma interpretar el repertorio barroco.
Este gran músico se marchó el lunes, apenas un mes después de dar por finalizada su carrera. Sin embargo, como ocurre siempre con los grandes artistas, en realidad no se ha ido, sino que su legado continúa vivo en el recuerdo de los aficionados, en sus grabaciones, y lo que es más importante, en la interpretación históricamente informada de la música del Barroco.
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